La sexualidad ha sido para 
                    mí un gran misterio durante muchos años de mi 
                    vida. Hoy en día sigue siendo un tema de investigación 
                    y de estudio para mí. Considero que es un aspecto en 
                    la vida muy importante y del que no se hablaba. En nuestra 
                    sociedad llevamos unos años asistiendo a un despertar 
                    en este sentido. Ya se habla de ella y eso es un gran avance. 
                    Quizás hemos querido hacernos los “liberados” 
                    en muchas ocasiones y esto, a muchos de nosotros, nos ha producido 
                    dolor. Pero también hemos aprendido a respetarla y 
                    a honrarla.
                  He tenido la oportunidad y 
                    el honor de trabajar con cientos de personas que han depositado 
                    su confianza en mí, y se han atrevido a hablar de sus 
                    vidas sexuales, de cómo la viven de verdad, de cómo 
                    la sienten, del dolor y del placer que les ha producido. Hemos 
                    enfrentado algunos mitos sexuales, hemos compartido muchas 
                    fantasías sexuales, los anhelos y frustraciones, los 
                    resentimientos y desengaños, los juegos de manipulación 
                    más frecuentes entre hombres y mujeres y, también, 
                    los momentos especiales de unión y de éxtasis 
                    que hemos vivido. La sexualidad, como tantas otras cosas en 
                    nuestras vidas, nos puede llevar al infierno, pero también 
                    al cielo. 
                  Hay un denominador común 
                    en todos los casos que he asistido: Cuando le pregunto a la 
                    persona “¿Cómo fue tu primera 
                    experiencia sexual?”, en todos los casos, la 
                    persona trae a la mente aquella vez en la que se relacionó 
                    sexualmente por primera vez con alguien. Y si este hecho aún 
                    no ha ocurrido, su respuesta suele ser que no ha tenido relaciones 
                    sexuales. Quizás tú, que ahora estás 
                    leyendo estas palabras, también has hecho lo mismo. 
                    Es normal y lógico. A mí me pasó igual. 
                    Pero, si reflexionamos un poco, nos damos cuenta que en nuestras 
                    vidas ha habido experiencias sexuales anteriores, puede ser 
                    con la masturbación, una excitación producida 
                    por algún acontecimiento o por algo que imaginamos 
                    o vimos,… En realidad, la sexualidad es mucho más 
                    amplia que nuestros genitales y el placer sexual está 
                    en nuestras mentes, así que hemos podido tener experiencias 
                    sexuales incluso sin reconocerlo. 
                  Entonces, ¿cuál 
                    es nuestra primera experiencia sexual? Para mí comenzamos 
                    a relacionarnos sexualmente desde el vientre de nuestra madre. 
                    Cuando nuestros padres nos concibieron, ya estábamos 
                    nosotros allí. Hay personas que aseguran recordar el 
                    momento preciso de la concepción. ¡Es sorprendente! 
                    Personas han sido capaces de recordar hasta la habitación 
                    donde estaban sus padres y describir las sensaciones que vivían. 
                    Y estuvimos en el vientre de nuestra madre durante unos nueve 
                    meses. Y allí aprendimos la sexualidad a través 
                    de nuestros padres. 
                  Me he encontrado con casos 
                    en que la persona, en su vida actual, se siente como forzada 
                    a estar allí, siendo consciente de que nadie la está 
                    forzando, de que está eligiendo esta relación. 
                    Y, cuando investigamos la relación que tenía 
                    su madre con su padre, pudo darse cuanta de que su madre se 
                    sentía obligada (la mayoría de las veces por 
                    cuestiones religiosas, porque estaba casada y era su obligación) 
                    a “dejarse”. 
                  Mi propósito no es 
                    enumerar aquí los diferentes casos con que me he encontrado, 
                    sino simplemente hacer un llamamiento a las mujeres embarazadas 
                    y a sus parejas. Sabemos que el bebé ya está 
                    aprendiendo y lo hace de forma preverbal; esto significa que 
                    aprende emocionalmente y lo que aprenda en este período 
                    va a ser para él como instintivo, algo que repetirá 
                    sin cuestionarse nada. Por esto, es muy importante, 
                    a mi entender, cuidar de nuestra sexualidad durante el embarazo, 
                    honrarla, disfrutar de ella, ser sinceros con nuestros sentimientos 
                    y con nuestra pareja, darnos una mutua satisfacción. 
                    Así le daremos al bebé la posibilidad de aprender 
                    instintivamente a honrar su sexualidad y su cuerpo. ¡Qué 
                    regalo tan hermoso podemos ofrecerles a nuestros hijos y a 
                    la futura generación!